JESÚS ES EL ÚNICO CAMINO PARA LA SALVACIÓN DEL HOMBRE

JESÚS DIJO: "YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, NADIE VIENE AL PADRE SINO POR MÍ" (Juan 14:6).


El cristianismo es la doctrina de Dios para la salvación de los hombres mediante el sacrificio de Jesucristo en la cruz.


El cristianismo no es una tradición conservadora religiosa católica, protestante, ortodoxa o de cualquier otra índole; no es la teología mercantil del éxito, el pensamiento positivo o del dinero; tampoco es el conglomerado sincretista de tradiciones religiosas ecuménicas, con cuyas respectivas teologías se contradicen entre sí, sin llegar a la verdad.


El cristianismo no es teología, sino que es la doctrina de la verdad absoluta que es Dios mismo, para la transformación total del espíritu humano, de su alma y mente; es decir, la regeneración de todo su ser.

"PERO TÚ HABLA LO QUE ESTÁ DE ACUERDO CON LA SANA DOCTRINA" (Tito 2:1).

"PORQUE HAY UN SOLO DIOS Y UN SOLO MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO HOMBRE" (1Timoteo 2:5).

lunes, 20 de septiembre de 2010

LA PREDESTINACIÓN Y EL LIBRE ALBEDRÍO

Sergio Portugal Joffre
Apóstol cristiano
La Iglesia Cristiana Universal
Serie: Doctrina Cristiana

La predestinación.
La palabra predestinación proviene del griego “proorizo”, que se encuentra repetidamente mencionada en diversos versículos bíblicos; esta palabra griega significa “algo destinado con anticipación”. El diccionario de la lengua española, Sopena, la define como “destinación anterior de algo” y “ordenación de la voluntad Divina con que ab aeterno tiene elegidos a quienes por medio de su gracia han de lograr la gloria”. La expresión “ab aeterno” significa “desde la eternidad” y “desde muy antiguo o de mucho tiempo atrás”.

Por lo tanto, la doctrina de la predestinación se refiere a la voluntad de Dios, quien ha destinado de antemano, a ciertas personas para la salvación; en tanto que, otras fueron destinadas para la condenación. Es más, la predestinación involucra que la salvación, así como la condenación; fueron reservadas por nuestro Creador desde antes de la creación del universo y la tierra, relatados en el libro de Génesis. A esta destinación anticipada, la Biblia se refiere con el término griego “katabole”, cuyo significado es literalmente, “desde la eternidad pasada”; de manera que, la eternidad, si bien no tiene origen ni fin, sí cuenta con un momento intermedio, éste es el de la creación de todo el universo, en un momento dado. De manera que, antes de la fundación del mundo, existe la eternidad pasada, así como después de esta fundación, lo que continúa es la eternidad futura. Así, pues, la predestinación proviene desde la eternidad pasada y no desde la creación del planeta tierra o en el momento del nacimiento de una persona, como podría creerse.

Pasajes bíblicos sobre la predestinación.

Estos son los más importantes versículos escriturales que hablan acerca de la predestinación (proorizo):

Juan 6:64-65 “…Jesús sabía desde el principio quien… ninguno puede venir a mi si no le es dado del Padre”
Juan 17:6 “…tuyos eran y me los diste…”
Hechos 4:28 “…habían determinado antes que sucediera”
Romanos 8:29-30 “A los que antes conoció también los predestinó… Y a los que predestinó…”
Romanos 9:18-29 “¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: por qué me has hecho así?
1Corintios 2:7 “…que Dios predestinó antes de los siglos”
Efesios 1:4 “…según nos escogió en él antes de la fundación del mundo” (La frase “antes de la fundación del mundo”, es katabole, en el original griego; que significa “desde la eternidad pasada”)
Efesios 1:5 “…en amor habiéndonos predestinado…”
Efesios 1:11 “…habiendo sido predestinados…”
Judas 4 “…los que desde antes habían sido destinados para esta condenación…”
Apocalipsis 17:8 “… aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo (katabole) en el libro de la vida…”

La controversia acerca de la predestinación.
El tema referido a la predestinación ha generado mucha controversia entre el pueblo cristiano; pues, mientras unos han negado su existencia como una doctrina bíblica, otros la mal interpretaron, dando a entender como si el hecho de existir la predestinación de unos para la salvación, representase una licencia para pecar, para no predicar el evangelio y aún vivir en la negligencia; ya que al ser salvos por previa elección Divina, supuestamente no cabría realizar alguna clase de esfuerzo o bien al prójimo. No han faltado quienes al compararse erróneamente con otros cristianos o personas no cristianas, por ciertas ventajas materiales respecto a los demás, se jacten de haber sido predestinados a la prosperidad. Esta visión errada ha confundido a muchos sobre el tema de la predestinación, llegando a emplear la irónica expresión “salvo siempre salvo” como un sinónimo de falsa seguridad en la salvación.

La verdad es que la predestinación debe ser interpretada en su correcta dimensión y eliminar los vicios existentes, tanto en su afirmación simplista como en su categórica negación.

En consecuencia, se impone la pregunta ¿existe la predestinación? ¿Se encuentra la doctrina de la predestinación en las sagradas escrituras? Responderé categóricamente que si, pero ha sido muy mal comprendida o negada; y se requiere que el pueblo de Dios la comprenda plenamente para que en consecuencia, también bendiga su propia vida de manera plena. Esto, porque muchos de nosotros hemos limitado la bendición de Dios en nuestras vidas al rechazar la doctrina de la predestinación; así como otros se han desviado hacia el pecado, por entender la predestinación como un libertinaje moral, y, los de más allá, en la soberbia religiosa.

Junto con el preconcepto sobre el tema de la predestinación, ha ido, desde luego, un mal entendimiento de lo que es la gracia divina y el libre albedrío. Pues, quien mal comprende la predestinación, también limita el conocimiento acerca de la gracia, dejando ciertos aspectos muy importantes de lado. Ni qué se diga acerca del libre albedrío, que desde hace unos siglos insertó en torno a este asunto, la institución católica; llevando a mayor confusión y alejamiento de la verdad doctrinal de la predestinación. Lo que nos lleva hacia el cuestionamiento de si aquellos que han obtenido la salvación cuentan o no con el libre albedrío; una pregunta que se extiende a si aquellos que no recibieron a Cristo como su Señor y Salvador tienen o no la facultad del libre albedrío.

Otra interrogante que se produce, como una lógica consecuencia, es aquella que se refiere a la cuestión de si un cristiano pierde o no la salvación. Esto temas que hemos abordado, entre otros acerca de la doctrina cristiana, recibieron ya desde el siglo XIV, por lo menos, la persecución religiosa y hasta produjeron las luchas armadas.

Aquellas interrogantes tienen relación en estos tres puntos fundamentales, como son:

La gracia
La predestinación
El libre albedrío

El libre albedrío.
Lo mismo que con el concepto de predestinación, ha sucedido con la equivocada interpretación de lo que se ha dado en llamar el albedrío. En este sentido, a la palabra albedrío se ha añadido el término de libertad; de lo que resultó aumentar aún más la equivocación, con su consiguiente resultado en la confusión de términos; llegando a la afirmación no bíblica de sostener que el cristiano podría conducirse en el camino de la salvación, aplicando el “libre albedrío”.

Para comprender mejor lo que estamos diciendo, incluyamos las acepciones que tiene la palabra “albedrío”, según el diccionario Encarta; las cuales pueden encontrarse también si recurrimos a cualquier otro diccionario de la lengua española: Del latín “arbitrium”/ Voluntad no gobernada por la razón, sino por el apetito, el antojo o capricho/ Potestad de obrar por reflexión y elección/ Según el gusto o voluntad de la persona de que se trata, sin sujeción o condición alguna.

Como puede verse, el albedrío es una alternativa por la cual puede optar el hombre, según sus propios impulsos antojadizos. Aunque, por otra parte, puede aplicar el sentido de la reflexión y la elección propias. Pero, el significado inseparable del albedrío, es que el hombre en general o el cristiano en particular; pueden emplear sus propios conceptos e ideas sobre cualquier cosa, como Dios, la vida o la salvación eterna, para elegir lo que les parezca.

Ahora bien, si al albedrío añadimos el concepto de libre albedrío; ello significa que tomaríamos las decisiones sin considerar a Dios en nada, porque somos libres para decidir lo que queremos según nuestra propia voluntad e ideas; que pueden estar equivocadas, sin tomar en cuenta la voluntad de Dios. Entonces, el libre albedrío consiste, en su verdadero significado, en creer que nuestra voluntad es superior, por sobre la voluntad de Dios. Quienes sostienen la idea de que el cristiano puede emplear el libre albedrío, al mismo tiempo que obedecer o seguir a Dios, lógicamente entran en una gran contradicción de conceptos y en su vida misma.

Este error ha ido más allá, pensándose que se puede combinar la idea teológica del libre albedrío, con las doctrinas bíblicas de la salvación, la gracia y la predestinación. Tomadas las ideas de una manera superficial, sin algún tipo de análisis de fondo; naturalmente, se pueden prestar a que pudiéramos efectuar cualquier mezcla de razonamientos y creer que estamos realizando lo adecuado.

No debemos confundir un concepto con otro de diferente naturaleza, pero que pueden parecer similares. Una cosa es el libre albedrío y otra muy distinta el uso de la facultad de raciocinio y elección que nos dio el Señor a todos los seres humanos. Sobre esta base de diferenciación, bien podemos decir que Dios nos ha dado la capacidad de razonar y decidir; pero, fundamentados en la voluntad Divina y no en nuestros razonamientos divorciados de nuestro Creador, en quien tenemos sustento y salvación; por el cual todas nuestras decisiones deben estar guiadas. Se ha creído equivocadamente, que nuestra cualidad innata para tomar decisiones es la aplicación del libre albedrío, pero no es así. Todos aquellos que creen utilizar el libre albedrío, toman decisiones divorciados de Dios.

El empleo del libre albedrío significa que una persona podría tomar cualquier decisión, sin considerar si es para el bien o para el mal, sin valoraciones morales; pero, que de todas maneras, cualquier cosa que decida estaría bien. En cambio, ante Dios, El pone delante nuestro el bien y el mal; pero no podemos decidir cualquier cosa a nuestro antojo, sino que debemos elegir el bien que está delante nuestro, conforme a su voluntad. En el verdadero sentido de lo que es el libre albedrío, escoger el bien o el mal daría lo mismo para el individuo, sin recibir la reprobación de Dios. Pero, en Dios, no existe el libre albedrío, lo que existe es la decisión que debe tomar el hombre para hacer lo que el Padre le señala; para desechar el camino del mal, que es de maldición y muerte eterna; y, en su lugar, escoger el bien en Dios, para obtener la salvación, la bendición y la vida eterna.

Es por eso, que, por ejemplo, en el libro de Deuteronomio, el Padre no deja al hombre a su libre albedrío, sino que le pone una sola opción, que es la de salvarse o condenarse, el bien o el mal; si escoge el mal es condenado: “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19). O sigues a Jesús para salvación, o lo rechazas para perdición, no hay libre albedrío. Esta es la diferencia entre el libre albedrío y la decisión humana en Dios, que ha sido confundida.

El libre albedrío es ambiguo y relativista en lo moral. La decisión en Dios es absoluta y en una dirección definida. Dios nos dirige a la toma de decisiones correcta en su Suprema e irresistible voluntad, decidida por El para nosotros y nuestra salvación; pero nosotros nos sujetamos a su decisión. Esta es la verdad íntima en los temas doctrinales de la salvación, la gracia y la predestinación. La gracia consiste así, en que Dios nos ha reservado por su amor y su gracia para la salvación eterna. Comprendamos que las doctrinas de la salvación, la gracia y la predestinación forman parte de la doctrina cristiana registrada en los escritos bíblicos; aunque, en el caso de la predestinación, se ha creído que no es así.

La Paz, Bolivia, 26 de junio de 2010












3 comentarios:

  1. El hombre es un esclavo desde antes de nacer, (desde el vientre de la madre)en manos del príncipe de este mundo,y a través de la historia ningún ser humano pudo con su inteligencia,con su razón o con su talento intelectual encontrar el problema y la solución del hombre frente a su caída, condición cuyo resultado es estar "muerto,en sus delitos y pecados". Sólo Dios puede salvar al hombre,y por eso es que se hizo carne y tomó nuestro lugar para pagar nuestras deudas,y así,pudiéramos tener un atisbo del infinito amor que El nos tiene y por eso envió a su Santo Hijo al sacrificio. La primera gran falla del libre albedrío es que no conoce su verdadera condición,y se cree sano,cuando está completamente desahuciado. Cristo tuvo que morir porque la inteligencia y el albedrío humano son impotentes para captar las cosas espirituales que tienen que ver con Dios y con la salvación eterna. La primera mentira fue: "no moriréis" y esa mentira sigue seduciendo a las grandes mayorías,pensando que el libre albedrío está vivo e indemne,pero eso es lo que el maligno quiere hacer creer y en efecto,hace creer,no sólo a las personas comunes y corrientes, sino también a los hombres ilustres y cultos,y más todavía,lo logra hacer con los teólogos,con lo cual el maligno se anota grandes victorias. El maligno hace creer que es lo mismo para el albedrío decidir para ir a comer carne o ir a comer verduras,que para decidirse a aceptar a Cristo o para dejarle,si quiere. Hoy lo deja,mañana lo toma,y después de un tiempo lo deshecha,y lo puede volver a retomar cuando quiera. Esa es la ilusión que el albedrío posee de sí mismo y fantasea con ello. El precio de nuestra salvación es Dios mismo clavado en una cruz, agonizando y muriendo para que todos los que creyesen en EL tuvieran vida y vida en abundancia.
    Este mundo es el reducto del príncipe enemigo de Dios,y la humanidad está bajo su control,y los que se salvan son pocos,muy pocos,en realidad,son increíblemente pocos.
    Todo lo que digo no es tan increíble mirando cómo la maldad humana ha crecido y aumentado desde la era industrial del siglo 19 hasta hoy,en el siglo 21,pasando por las dos guerras mundiales,y el cúmulo de conflictos armados que nunca se detiene en el mundo. Pero ahora el hombre está cometiendo otra tropelía de marca mayor y de lo cual en los siglos anteriores nunca habría sido posible a no ser por las cochinas tecnologías que van matando la flora,la fauna y el medio ambiente. Sí,estamos destruyendo la tierra,literalmente,no figuradamente. Estamos incendiando la casa en que vivimos,llenándola de excrementos,de malos olores y de gases irrespirables,y el agua que bebemos a veces tiene sabor como a orina. Apocalipsis 11:18 última parte,leemos que Dios destruirá a los que destruyen la tierra. La cumbre de París hace poco instaurada para tratar de revertir los desastres naturales que amenazan al hombre es una muestra del libre albedrío humano,que lo único que hace,como los patos,es,a cada paso dejar una huella.
    Dios nos declara que ya todo está consumado en la cruz y en la resurrección,y nada,absolutamente nada hay que agregar porque lo perfecto no tiene agregados. Lo que le resta al ser humano es aceptar ( y si no lo hace,es rechazar)que Jesucristo es nuestro Salvador eterno,el cual nos dio de su Espíritu Santo para darnos vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados,y para darle honra y gloria cada día en lo profundo de nuestro corazón. Y por lo tanto,nuestra recompensa y nuestro galardón es gozar de la compañía de Dios cada día y a toda hora,teniendo una conciencia limpia y un corazón regenerado y lavado por la sangre de Cristo,la cual limpia de toda mancha y de todo pecado.
    Recomiendo encarecidamente la lectura de El Albedrío Esclavo de Mrtín Lutero.
    Bendiciones y un feliz 2016 junto a Jesucristo el salvador del mundo.

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    1. Muchas gracias por su comentario querido hermano, que el Señor siempre le dé esta lucidez en su palabra

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